viernes, agosto 31, 2007

Cartas

Recibo carta de Judith Sabines. Una carta larga, como un río. Una carta entrañable, como todas sus cartas, pero especialmente ésta. Esta que me ha llegado al hueso. No puedo glosarla por respeto a Judith. No puedo decir lo que me habló de su padre. Su padre Jaime. Su padre Jaime Sabines, mi maestro. Y me ha dolido en muchos sentidos la carta porque ha sido para mí como un espejo. Un espejo en el que se mira incluso lo que no es. Yo también tengo esperanza. Yo también hablo de Dios como se habla de un buen vecino. Y quedo erguido, incólume, abierto al mundo como el mundo. Bien dice Judith que uno se sobrevive a sí mismo, aun cuando cree que no se va a resistir el vendaval. Bien o mal, uno es el vendaval. Uno es esa corriente que no cesa y que sigue vibrando en el aire imperecederamente.

jueves, agosto 16, 2007

Fijar el blanco

Lo he pensado siempre y ha sido un amuleto, un Dios presente, una energía inquebrantable que me da entereza, templanza, paz, seguridad, certidumbre. Lo digo: Moriré a los 84 años, sentado en una silla mecedora frente a un ancho ventanal a través del cual se verá una hermosa bugambilia. Me quedaré dormido, cansado, y mi corazón, como mis ojos, se apagará en un respiro apacible y silencioso, como si se tratara de un hilo de agua tibia y clara que corre por entre las piedras de un río. He dicho.

miércoles, agosto 15, 2007

Balzac dixit

La esperanza es una memoria que desea, dijo Balzac. Si esto es así, el proximo año habrá buen sol en casa y buena pastura en el campo trasero.

sábado, agosto 04, 2007

Pensamiento del adentro

Estaba pensando en Dios. Pensaba en las formas de su presencia. En su entidad. En sus geografías. Pensaba que estaba muy acostumbrado al pensamiento del afuera, al pensamiento que se extiende de las extremidades de mi cuerpo (manos, pies) al centro de una ciudad o pueblo, pero no al pensamiento del adentro, al pensamieot que se extiende de las interioridades de mi cuerpo (corazón, hígado, nervaduras) al centro del corazón o el alma. Pensaba que este es un buen día para pensar en mis interioridades, y así extenderme, hundirme hasta las últimas y más lejanas raíces de mi mismo, todo esto hasta que sea capaz de encontrar a Dios. De encontrarme. Quizá eso me ayude a recobrar todo lo que, sin haber dejado de ser, no he sido.