viernes, agosto 31, 2007

Cartas

Recibo carta de Judith Sabines. Una carta larga, como un río. Una carta entrañable, como todas sus cartas, pero especialmente ésta. Esta que me ha llegado al hueso. No puedo glosarla por respeto a Judith. No puedo decir lo que me habló de su padre. Su padre Jaime. Su padre Jaime Sabines, mi maestro. Y me ha dolido en muchos sentidos la carta porque ha sido para mí como un espejo. Un espejo en el que se mira incluso lo que no es. Yo también tengo esperanza. Yo también hablo de Dios como se habla de un buen vecino. Y quedo erguido, incólume, abierto al mundo como el mundo. Bien dice Judith que uno se sobrevive a sí mismo, aun cuando cree que no se va a resistir el vendaval. Bien o mal, uno es el vendaval. Uno es esa corriente que no cesa y que sigue vibrando en el aire imperecederamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Tete: Yo pienso que a todos nos conmociono la muerte de YEYA, no es justo, ya que le quitaron la oportunidad de vivir del modo mas feo, lo mejor es recordarla como nosotros la conocimos ya que nosotros pasamos por una experiencia similar hace muchos anos saludos!!!