jueves, agosto 16, 2007

Fijar el blanco

Lo he pensado siempre y ha sido un amuleto, un Dios presente, una energía inquebrantable que me da entereza, templanza, paz, seguridad, certidumbre. Lo digo: Moriré a los 84 años, sentado en una silla mecedora frente a un ancho ventanal a través del cual se verá una hermosa bugambilia. Me quedaré dormido, cansado, y mi corazón, como mis ojos, se apagará en un respiro apacible y silencioso, como si se tratara de un hilo de agua tibia y clara que corre por entre las piedras de un río. He dicho.

2 comentarios:

Triquiñuelas dijo...

Qué onda mi roller... aquí andamios, leyendo... El Llanes

Rogelio Guedea dijo...

amigo, echele ganas, aqui andamos, rodando mundo