martes, noviembre 29, 2005

He quedado: sin palabras

Hermano nada menor, más bien más mayor que yo, si esto es posible:

Gracias por tus alentadoras palabras. No es fama lo que me ha cercado, sino una especie de siniestra racha de compromisos. Algunos, sin embargo, tienen la hermosa ventaja de conocer a buenas personas, y en casos como el tuyo, a nuevos hermanos.
Te soy más que sincero: de los viajes recientes, de estas peripecias entre actividad y actividad, lo mejor que me ha pasado es conocerte. Con nadie he platicado en los últimos dos meses que me haya dado una mejor perspectiva de la vida; lo que le decía a David: Rogelio trae dinamita, y su pura actitud infunde ánimos. Eso me ocurrió: nunca olvidaré las dos o tres anécdotas maravillosas del viaje a Obregón, todas relacionadas con tu persona, como cuando (con unos güevotes envidiables) hiciste pomada, con tus canciones, a la gente en el bar al que donde fuimos invitados por la calenturienta fallida. Jamás olviaré esos dos versos de José Alfredo que tú cantaste con esa garganta feliz que dios te dio: "cuánto me debía el destino / que contigo me pagó". La oí y lloré por dentro, me conmovió, pues en ese momento pensé que esos versos habían sido escritos por mí, para mí: el destino me estaba pagando, con tu amistad, lo que me debía desde hace rato. Por eso el mensajito de la mañana aquella: te escribí esas palabras cuando salí hacia el aeropuerto porque quería que supieras que eras ya mi hermano, que te admiro y que te quiero fraternalmente y un chingo, que de sólo recordar tu desenvoltura, tu indetenible alegría, tus luminosas anécdotas, tu fluido trato con el mundo, me siento orgulloso. En fin, va por ahí la cosa. No quiero que perdamos el contacto, pese a la brutal distancia que nos separa. Acá sigo, y pronto estaré más despejado para recordar conversaciones, para abrir nuevas brechas temáticas contigo y para insistir en lo espléndido que es tu amistad para mí. Pinche Rogelio, otro Rogelio en mi vida: tienes el nombre de mi padre y en poco tiempo te convertiste, para mí, en un ser equivalentemente querido.
Sigue, pues, hermano, tras las palabras leídas y escribidas (no es errata). Acá toy.

Mi mejor abrazo hasta NL:

Jaime Muñoz Vargas

Pd. El reencuentro con Blanca y con Bruno será hermoso. Sé bien lo que es eso; si dos o tres días me dejan hambriento de ver a las mías, ya imagino lo que será para ti ver a los tuyos después de tanto.
La foto es genial. Y hay otras que me mandó Íñiguez en un sobre. Luego las escaneo.

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