martes, noviembre 29, 2005

Todo el amor

Para M

La mujer habla de su amor con el hombre. Está apasionada, exuberante, desmembrada de pasión. Habla de su pasión con el hombre. Lo enreda entre sus brazos. Le besa el cuello. Le succiona los labios. Lo aprieta contra sí. Contra sí se va desnudando. Sus ojos dos incendios. Dos brasas sus pechos. La humedad la invade. De pronto suena el teléfono y la mujer contesta. Dice sí, mi amor. Claro que sí, cielo. Me desocupo en un instante. No te preocupes, no. Ana me llevará. Sí, dice. Anda, corazón. Yo también te adoro. Mmmuá. Arroja el teléfono por la ventanilla y vuelve. Está desnuda, como el agua. Nunca se había sentido mejor. Con nadie. Habla de su gordo con el hombre. Dice que su gordo sólo juega al ajedrez. Dice que su gordo no lee lo suficiente. Está triste. Está sola. Está triste y sola otra vez. El hombre, que está de espaldas en la cama, la escucha con paciencia. Con los ojos cerrados, y las manos vacías, entra en la mujer y espera. Espera que mañana, como siempre, sea mejor que ayer.

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