miércoles, noviembre 30, 2005

Carta a un Editor

Estimado Sandro Cohen:

la suerte de las editoriales pequeñas es la misma que la de los poetas: si no resisten, pelan. La cosa, yo creo, está ahí, aunque a veces cuestiones tan concretas como pagarle a la secretaria, distribuir los libros, pelearse con el diagramador, autores que no venden (como yo, claro), etcétera, etcétera, pueden resultar tediosas y hasta fastidiantes. Pero mira: ya uno no sabe hacer más. O no sabe uno hacerlo mejor. Y la enfermedad, el virus, ya lo trae uno dentro. Y está luchando contra esa enfermedad, ese virus que es escribir, editar libros, todos los días, como luchan los que tienen cáncer y sida, y aunque un día se levanten con ganas de no tenerlo, o de mandarlo a la mierda, pues sencillamente no van a poder, porque el cáncer es cáncer y el sida, sida, y no se trata de que hoy sí y mañana no, sino de que te estás jugando la vida. Yo, por ejemplo. Mírame a mí: metido en dos de los peores géneros del mundo (en cuanto a éxito comercial): la poesía y el cuanto corto, y ahora estoy con los textos paraliterarios. ¿Te imaginas a dónde voy a parar? ¿Te imaginas qué fuera de mí sin un editor como tú? ¿Un editor que ve más allá de las narices? ¿Un editor que, además de ver más allá de las narices, es generoso y sensible? ¿Un editor que se tomó la molestia de buscarme para decirme que estaba mi libro para publicarse en la editorial? Yo por eso creo que las editoriales pequeñas e independientes como la tuya son más necesarias que las grandes y aplastantes como las que ya conocemos. Y yo voto por las editoriales pequeñas e independientes. Y ahora, cierro los ojos, y te doy un fuerte abrazo.
Suerte
Rogelio

1 comentario:

Triquiñuelas dijo...

Ese roger, aká andamos leyendo, desde la siempre amada colima. El Llanes.